miércoles, 19 de enero de 2011

El 2010


Se acabo el 2010 y, con  este final de año, volvemos a decir las frase tópicas sobre lo rápido que pasó este año, sobre lo poco que nos hemos visto con cierta gente que hubiéramos querido ver más y damos nuestros mejores deseos a gente que no conocemos y que, en realidad, tampoco queremos conocer.

Lo peor es que alguna de las frases tópicas son verdad. El año pasa rapidísimo. No sé por qué, pero a partir de una edad, los años van como locos. Ni los noto. Se me hace diciembre sin darme cuenta. Salvo en las vacaciones, voy corriendo todo el año. En una yincana permanente de dejar niños, trabajar, volver a llevar niños a alguna actividad, imprevistos, enfermedades varias y un largo etcétera que cualquier padre conocerá.


Los niños son el parámetro de que los años pasan inexorables. Cambian, los muy canallas, de un mes a otro. De repente te encontrás perdiendo una apuesta sobre “La Guerra de las Galaxias” con un enano que hace poco no sabía ni hablar. Uno, que vio todas las películas 20, 30 ó 50 veces, en el cine, en video y ahora en DVD, tiene que aguantar que su propio hijo le discuta, y le gane, una apuesta al respecto.
Cuando me pasó, sentí que ya me podían llevar a un bosque nevado y abandonarme para que me comieran los lobos, como hacían algunas civilizaciones con sus ancianos.

Así que quería aprovechar este tiempo de más, que me regala mi hijo y la nunca bien ponderada civilización occidental, para hacer algo también muy tópico, que es un resumen del año. Un resumen totalmente subjetivo, parcial y a dos bandas.

En España ha sido un año de crisis. Una crisis del primer mundo pero una crisis al fin. Es tontería explicarle a alguien que lleva desocupado año y medio que si viviera en Argentina, por dar un ejemplo, estaría no mal, sino lo siguiente. No es consuelo para alguien que enfrenta el día a día sin ver una perspectiva más o menos esperanzadora.
En este año de crisis el gobierno socialista de Zapatero ha decidido gobernar con los programas de la derecha. Dicen que no se puede hacer nada, que la política viene de la Unión Europea, que no hay otra forma de afrontar la crisis que rebajando los despidos, aumentando la edad jubilatoria y privatizando cosas que dan dinero como la lotería. La pregunta que se hace mi mitad española es ¿Entonces para que cojones votamos? Que gobiernen los tecnócratas y listo. Todavía estamos esperando el aumento de impuestos para los ricos que prometió el gobierno, muy difusamente, hace más de un año.  Zapatero va derecho a la catástrofe. Si se cumplen todos los pronósticos, el PSOE va a recibir en las próximas elecciones (marzo del 2012) la mayor paliza de la historia ¿Para ser remplazado por quien? Por la derecha, obviamente. Resultará paradójico que los socialistas pierdan por hacer política de derecha y esto beneficie a la derecha pura y dura, cuyo plan de gobierno es más ajuste. O sea que si se cumplen las encuestas, los españoles pasaremos de la sartén al fuego, de Guatemala a guatepeor.
Todo parece indicar que Zapatero no cambiará de rumbo y se hundirá con su barco, y con un montón de españolitos de a pie, victimas de la política del FMI and friends. Una lástima. El gobierno socialista obrará el milagro de convertir un político con cara de pan, una inutilidad manifiesta para decir algo constructivo y con un carisma igual a 0, en presidente. Rajoy, el líder de la derecha, es el hombre quieto. Lo único que tiene que hacer para ganar es esperar, como los buitres, a que el gobierno agonice.
No espero, ni esperaba de este gobierno medidas revolucionarias pero tampoco que aplicara sin ningún matiz, lo que le mandan los “Mercados” ¿Qué serán los mercados? ¿Qué clase de Hijos de puta se esconden detrás de ese nombre? Porque dicho así parece que no fueran personas ¿No? No son unas personas que se quedan con tu dinero… son los mercados.
El gobierno que comenzó retirando las tropas españolas de Irak, se irá con el rabo entre las piernas, como un boxeador noqueado que se mantiene de pie sólo por la inercia. Espero de todo corazón que Zapatero me desmienta y nos encontremos en el 2011 con un gobierno con iniciativa y dispuesto a buscarle el lado social a la crisis europea pero lo dudo.

En Argentina el año esta marcado por la reacción del gobierno después de perder las elecciones y la muerte y despedida que le dio el pueblo argentino a Néstor Kirchner.

Cuando llego al gobierno no le tenía nada de fe. Llegó de la mano de Duhalde, que es una especie de Don Corleone de la política Argentina y que fue el primer vicepresidente de Menem. Enseguida dijo cosas interesantes pero los políticos peronistas son así:. La mayoría de las veces querés matarlos y, probablemente ellos a ti también, pero de repente dicen alguna cosa, se pronuncian sobre algo y te dan ganas de abrazarlos. Solo para comprobar después, que has perdido la billetera. No hablo de los peronistas en general sino de los políticos peronistas, solo para aclarar y que no se ofenda nadie, o se ofendan los que se tienen que ofender y nadie más. Pero virola, así le llamaba entonces, empezó a hacer.
Estuve en Argentina en el 2003 y me pareció desvastada. Cada ves que hablaba con algún amigo me decía: “Esto no es nada, no sabes lo que fue el 2001”.  Pese a la crisis y los problemas todos parecían optimistas con respecto al futuro.  Todos parecían apoyar a Kirchner.
Clarín, el mayor multimedia argentino, sólo daba noticias buenas y los de siempre parecían pensar que el dilema era: este gobierno o el abismo. Esta unanimidad me hacia sospechar. Volví de visita varias veces y fui notando cambios en la situación de los amigos, la familia y el país. En el ambiente, en lo que se discutía y lo que se veía en los medios. Después de la década infame de Menem y De la Rua, donde todo el mundo parecía haberse vuelto menemista, era un alivio, un respiro y me reconciliaba con mi paisito. Recuerdo estar en casa de mis suegros y que, en horario central, el canal estatal emitiera un reportaje sobre el caso de un nieto recuperado. Una cosa impensable años atrás. En mi caso, fueron varias medidas que tomaron los gobiernos de Néstor Kirchner (que poco a poco fue dejando de ser virola) primero, y de Cristina Fernández después, las que me terminaron de convencer de que eran los mejores gobiernos en muchísimo tiempo. Los mejores que yo había visto. La recuperación de la jubilación estatal, la recuperación de Aerolíneas Argentinas, la asignación universal por hijo, el matrimonio gay, la ley de medios etc.

Me convertí en un Kirchnerista vergonzante, o kirchnerista a la distancia. Vergonzante porque los gobiernos siempre parecen mejor de lejos que en vivo y en directo. Al no vivir en Argentina y no tener que padecer las cosas feas que todo gobierno tiene, o simplemente la cotidianeidad de ese país, me manifestaba a favor del gobierno pero tibiamente. Nunca me consideré capaz de discutir con nadie que viviera allá, hasta el último viaje. Había pasado lo del campo (por primera vez un gobierno había intentado redistribuir un poco lo que ganaba la oligarquía agropecuaria, se había peleado con ellos y había perdido en el parlamento con la traición de su vicepresidente), el grupo Clarín y el grupo Prisa odiaban (y odian) al gobierno y, pese a que la situación estaba mejor, hablaban como si de una dictadura se tratara. Justo Clarín, que en la dictadura de verdad, se había convertido en el grupo mediático más grande de Argentina.
Cuando una chica me lo dijo con esas palabras, sentí ganas de darle un botellazo en la cabeza y me dije: “epa, te has convertido en Kirchnerista”.
Un taxista me comentó que el problema del país, el problema con mayúsculas, era que le comprábamos la nafta a Chávez, por aquello de que entre comunistas se ayudaban, y Venezuela nos la vendía de mala calidad… Ese era un poco el clima en el último viaje, todo muy visceral. Gente que había ganado un montón de dinero con las políticas del gobierno y que sin embargo parecía odiarlo, sin argumentos, sin tapujos. En mi cabeza resonaba lo que en mi familia se ha comentado toda la vida sobre los primeros gobiernos de Perón y la actitud de los gorilas, del revanchismo de la revolución fusiladora, del odio.
Seguía discutiendo poco,  pero situado en la vereda del oficialismo por primera vez en toda mi vida. Una sensación muy rara y muy incomoda pues es más fácil criticar que apoyar al gobierno, que nunca es todo lo que uno quiere, que nunca es perfecto. Incluso fui, después de muchísimo tiempo, a un acto político y me sentí en casa. No faltó la gente llevada en autobuses y que no parecía interesada por los discursos, ni los bombos, ni los viejos compañeros de secundaria que nos ibamos encontrando a medida que se vaciaba el estadio. Por no faltar, no faltó ni el borracho de turno. Estaba mirando al orador y siento que me tocan el brazo. Pensando que era un conocido me doy vuelta para saludar y resultó ser un muchacho que iba muy perjudicado. Me miró y me dijo: “el compañero se siente un poco mal ¿le daría una mano?”. Le arme una almohada con su mochila y lo acosté al son de la marcha peronista. Ahí seguía cuando nos fuimos.

De nuevo en España, me dedique a seguir más de cerca la política Argentina, pasaban cosas interesantes y un gobierno que parecía muerto después del conflicto con el campo, revivía todos los días un poco. Y en eso estaba cuando se nos murió el flaco, que ya no era ni virola, ni Néstor, ni Kirchner.
Me encontré llorando frente a la computadora, llorando cuando la gente salió a la calle a despedirlo, llorando porque me sentía en el lado equivocado del mar. Por primera vez me pregunte ¿qué hago acá mientras allá pasa eso? Llorando cuando veía a la presidenta de pie horas y horas recibiendo a la gente que hacía cola en la plaza de mayo; llorando cuando hablaba con mis amigos que lloraban al teléfono; llorando cuando leía alguno de los miles de artículos sobre la muerte que se escribieron esos días.
También lloré cuando la presidenta habló y cuando siguió gobernando en lo que supongo es el momento más triste de su vida. Y así me volví ¿Cristinista? ¿Más Kirchnerista? No se como se llamará eso que ahora soy, también se que no estaré nunca un 100% de acuerdo con ningún gobierno, pero que este es el que más me ha gustado de todos los que he visto.
Veremos que nos depara el 2011 a las dos orillas. Espero equivocarme con lo que preveo para España y que el proyecto se siga mejorando y profundizando en Argentina.

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