jueves, 10 de diciembre de 2009

El muro de Berlín y la primitiva

Siempre que se cumple un aniversario de la caída del muro de Berlín y con él, la caída del bloque “soviético, me acuerdo de un hombre que encontré en el norte de la provincia de Misiones un año antes.
Este hombre, un trabajador rural, perdido en el medio de la selva misionera utilizaba su tiempo libre para estudiar…ruso!!!! Cuando me lo contó supuse que había oído mal ¿ruso? Si ¿Y por qué Ruso si no es demasiada curiosidad? El hombre se encendió, me hecho una parrafada sobre las ventajas del “socialismo”, la inminente caída del capitalismo, los logros de las ciencias soviéticas etc, etc, etc, Más o menos que si yo no hacía lo mismo que él me iba a perder todo lo mejor de lo que estaba por venir…. Como era un hombre mayor que yo, no le discutí, ni me reí. Ambas cosas me costaron un gran esfuerzo, la verdad sea dicha.
Cuando vi por la tele lo de Berlín y tiempo después como retiraban las estatuas de Lenin y Marx de lo que había sido la URSS, no podía dejar de pensar en este hombre y me reía cruelmente de sus profecías. Me pregunto que habrá hecho este señor perdido en la selva misionera cuando se dio cuenta de que el “socialismo real” no llegaría hasta allí. Espero que no haya sido un golpe demasiado duro para él, que no se haya convertido a la teoría del fin de la historia y que no haya hecho más vaticinios. No se le daban bien como podéis observar.
Lo curioso del tema este es que la mejor explicación que he escuchado sobre la caída del llamado socialismo real, me la dió un cura. Un teólogo para más datos. Había estado recorriendo el que había sido el campo socialista y llegó a la conclusión de que el problema había sido el siguiente:

El socialismo estatizo los medios de producción pero privatizo los sueños, por el contrario el capitalismo privatiza los medios de producción y socializa los sueños.

Según este hombre el bloque soviético había socializado los medios de producción, léase las fábricas, todas las empresas, las tiendas etc. Pero para alcanzar una vida mejor tenías que llegar a ser miembro del partido. La única forma de vivir mejor y acceder a privilegios era llegar a formar parte de la elite del partido. Una cosa, ya desde su concepción, planificada para pocos. No era fácil acceder a esos cargos y si era fácil que te echaran de ellos y te ganaras unas vacaciones en Siberia o sitios así. La conclusión es que el mismo sistema no era atractivo para la mayoría de la población, no había motivación por decirlo de alguna manera.
El capitalismo, siempre según este cura, hace lo contrario. Concentra la riqueza en algunas manos pero nos deja a todos con la idea de que tenemos alguna posibilidad de llegar a ingresar en ese club. Nos convencen día a día de que eso es lo que debemos desear y que es posible.
Si tenemos una idea genial, (mirá a Bill Gates), o si descubrimos algo, o si nos toca la lotería o si jugamos muy bien al fútbol, o toreamos o…. Nada nos impide hacernos ricos y gozar de todos los privilegios de nuestra sociedad. Nada… salvo la realidad pero eso a quien le importa… Siempre hay alguien haciéndose rico por algún lado. Los de las punto com en una época, los que inventaron tuenti ahora, Cristiano Ronaldo que además de rico es guapo, un día eres una periodista divorciada y al otro eres la futura reina de España, etc.
De hecho las telenovelas clásicas, los culebrones funcionan de esa manera. Chica pobre pero honrada consigue casarse con millonario bueno al que no le importa el origen social de su novia. Es increíble que esa formula funcione en Latinoamérica donde es casi imposible que algo así pase pues la novia además de ser pobre e ignorante sería con toda seguridad de otro color y nuestros ricos las tienen todas: son clasistas, prejuiciosos y racistas. El problema es “el casi imposible”, ese casi que uno tiene que poner porque puede ser que alguna vez haya pasado, o pueda pasar… ese “casi” alimenta las esperanzas de millones de pobres que sueñan con un futuro mejor y que mejor que ser ricos en un futuro ¿verdad?
Lo peor es que todos en mayor o en menor medida terminamos siendo parte de ese sueño del sistema. Una profesora de la universidad decía que el capitalismo es mas que un sistema económico, que era un sentimiento que casi todos tenemos arraigado incluso sin darnos cuenta. Una forma de ver la vida. Nos convencen de que necesitamos coches nuevos, televisores planos, móviles a los que sólo les falta darnos masajes en los pies, cafeteras con capsulas que son balas de sabor etc. Y, obviamente, todo eso es mejor. No es una necesidad real, aunque parezca que si, pero es mejor. Pocos necesitan un móvil que permita hacer videoconferencia y guardas doscientas cincuenta mil canciones pero da gusto tenerlo. ¿Quien necesita realmente un televisor de 42 pulgadas ultra fino que se pueda poner en la pared como si fuera un cuadro? Pero ¿y lo bien que se ve? No importa que mi salón prácticamente tenga 42 pulgadas y este tan pegado a la pantalla que me maree cada vez que la encienda. Yo lo necesito. Todos los necesitamos, somos un poco como esos roedores que corren en una rueda sin fin. Todos los días nuestras “necesidades” cambian, aumentan, se transforman y seguimos corriendo para ir a ningún lado.
En mi caso, juego a la primitiva (en Argentina se llama Quini 6 y no da ni la sombra de los premios que se dan aquí) cada vez que hay bote. Se acumulan 100 millones, 50, 20 y no puedo resistirme a jugar. Compro una o dos apuestas y hago cábalas para ver si toca. Mi hermano me dijo una vez que era el impuesto al tonto y que tengo una posibilidad entre millones de que me toque pero ¿Qué más me da? Me gasto un par de euros y tengo una millonésima posibilidad de hacerme millonario, de entrar al club y de, suponer, que no tendré problemas nunca más.
Lo cómico es como en la fantasía cada vez necesito más dinero para solucionar mi vida y la de la gente que quiero. Empiezo por unos miles de euros que me permitan resolver temas urgentes. Luego pienso si me va a tocar una vez en la vida, que sean varios millones, que pueda ayudar a fulano y a mengano, dejarles unos millones a mis hijos para que no pasen nunca necesidades, el año en Paris para aprender francés, mi viaje en motor home alrededor del mundo; el banco verde como el de aquel tipo de Bangladesh, la parte para que la familia política también este bien lo que le voy a exigir al banco para meter el dinero en ese y no en otro banco… al final necesito uno de los botes más grandes que ha dado jamás la lotería para hacer todo lo que quiero.
Mientras tanto y hasta que de verdad me toque la lotería (que creo será esta semana) estoy entretenido y creándome nuevas necesidades…mi cafetera esta vieja y esa de las capsulas….

martes, 17 de noviembre de 2009

los equipos y la infancia

Cuando era chico y vivía fuera del país, una vez por año recibíamos la visita de mi abuela. Ella juntaba dinero todo el año y se lo gastaba en ir a ver a sus nietos a donde estuvieran.
Llegaba cargada de regalos y los infaltables alfajores Havana.
Cuando por fin volvimos a la Argentina, nunca los comíamos. Los alfajores Havana son, o al menos eran, un producto puramente de exportación y todos los argentinos parecían ser conscientes de eso. Cuando un argentino viaja al extranjero a ver a alguien lleva alfajores Havana. Cuando tiene que comprar alfajores a sus hijos compra Jorgito”, Balcarce, o el que sea que seguramente será más barato. Hasta hace bien poco no había demasiadas tiendas que vendieran esos alfajores, ahora los podes conseguir en cualquier lado y han abierto muchas confiterías de esa marca. Siempre con un halo de exclusividad digno de mejores causas.
Volvamos. Llegaba la abuela, ponía la maleta en la mesa del comedor y comenzaba a sacar paquetes. Los ya mencionados alfajores, dulce de leche, dulce de batata, yerba mate y por fin los regalos en serio. Los que no eran comestibles y por tanto efímeros.
Una vez trajo un metegol (futbolín en español peninsular) que fue todo un suceso en el barrio. Debía ser lo más parecido a tener una consola hoy día porque tenía botones en lugar de barras y los jugadores tenían trazado un camino en el campo, imposible de alterar. Fuimos los chicos con el mejor juguete del barrio y eso sólo ocurría si llegaba la abuela. El resto del año andábamos todos los hermanos con una bicicleta, dos patinetas, un par de patines etc.… eso nos convertía en expertos en conseguir que nos prestaran los juguetes los demás o en organizar juegos sin juguetes, que al final eran los más divertidos.
Pero lo que nunca faltaba, lo que la abuela no dejaba nunca de traer aunque vinieran degollando (cosa que pasaba en esos años en Argentina literalmente) eran los uniformes de los equipos de fútbol. Los uniformes de los equipos argentinos de los que éramos hinchas. Cuando nacimos, los hombres de la familia empezaron el ritual de seducción para llevar a los nuevos varones, hacia sus colores. Cada tío, primo, amigo de mis padres, pariente lejano, portero del edificio en que vivíamos, hacía su campaña particular. Uno te regalaba una camiseta, otro te hablaba de su equipo denostando a los otros, alguno se hacía el simpático y cuando te tenía completamente conquistado, te preguntaba inocentemente ¿De qué equipo sos? Y te explicaba porque el suyo era el mejor. Si mi padre hubiera sido más futbolero, se hubiera impuesto y hubiéramos sido todos de su equipo. A un amigo mío el padre le dijo que se hacía de San Lorenzo o que se iba de la casa. Mi amigo tenía 5 años en aquel momento y decidió hacerse “cuervo” esa misma noche. Dice que no le terminó de creer que su padre lo fuera a echar de la casa pero ante la duda…. Hoy en día es un “cuervo fanático” que no dudará un instante en utilizar ese mismo truco con su hijo si este llega a dudar entre su San Lorenzo de Almagro y otro equipo.
Como a mi padre el fútbol le daba un poco igual, el único que siguió al equipo de sus amores fue el mayor. Los demás nos fuimos haciendo hinchas de los equipos de nuestros tíos primos y amigos. “De cada pueblo un paisano” diría mi abuela que diría su padre, a la sazón mi bisabuelo.
La abuela traía el uniforme completo de su equipo de fútbol a cada uno de sus nietos. Camiseta, pantaloncito y medias. Así que ese día salíamos a la calle como si fuéramos jugadores de la liga argentina.
Nosotros pasábamos la vida jugando al fútbol. Era lo que hacíamos a la menor oportunidad y como éramos tantos siempre teníamos con quien jugar. Cada uno tenía su puesto según su habilidad, ganas y capacidad de imponer su voluntad a los demás. Todos queríamos ser delanteros centro o jugar con el número 10 de kempes. “El matador” era nuestro ídolo por aquel entonces.
La habilidad con el balón nunca fue mi fuerte así que me tocaba defender o me mandaban al arco. Resulté mejor portero que defensa. A mí me gustaba eso de tirarme a los pies del que tuviera la pelota y peleársela hasta el último momento así que fue casi natural que terminara de portero o arquero, según el lado del “charco” en el que estemos. Recuerdo que mi ídolo era Dino Zof portero de la selección de Italia. El de portero es un bonito puesto aunque un poco injusto. Un error tuyo y el equipo pierde. Los delanteros pueden perder muchas oportunidades y no pasa demasiado. El portero se equivoca y todos lo quieren matar. Debe ser por eso que pese a que el puesto me gustaba nunca le pedí a mi abuela un traje de portero. Me compre guantes, botines (no sé cómo se dice esto es castellano ibérico…¿zapatos de fútbol?), canilleras etc. pero nunca un traje de portero.
Ahora cuando voy al parque con mis hijos veo a unos hombres hechos y derechos que tienen organizado un partido semanal. Todos los sábados a las 11 de la mañana se encuentran y juegan un partido. Son horribles jugando pero a mí me gusta mirarlos. Me entretiene mirar fútbol mientras estoy en el parque. Nunca he podido evitar quedarme mirando cuando veo un partido organizado. Todos llevan ropa deportiva. Priman las camisetas de fútbol que tan de moda se han puesto de unos años para acá pero no es una cosa organizada. No es que cada equipo lleve una camiseta y eso sirva para distinguirlos. Cada jugador lleva la camiseta que tiene. Entonces ves de Brasil, de España, del Real Madrid, del Barcelona e incluso he visto alguna de Boca. Hasta ahí lo normal de un “picadito” de sábado a la mañana. El tema es el portero. Es un hombre mayor (mayor que yo por lo menos) canoso y que va vestido con todo el uniforme. La camiseta acolchada, lo mismo que el pantalón, sus medias más arriba de la rodilla, guantes, canilleras y botines. El hombre va preparado solo para jugar de portero, no hay otra posibilidad, nunca sale del arco y tiene varios uniformes enteros. Si lo miras detenidamente siempre hay una actitud profesional en él. Como si en vez de estar en el parque estuviera en un estadio y en una final.
Lo miro y no termino de decidir si lo admiro por seguir vistiéndose de jugador cada sábado; por de alguna manera mantener el espíritu infantil con el que salías de casa a jugar pensando que el uniforme te hacia mejor, o que las zapatillas te hacía más rápido; Por la constancia, por no tenerle miedo al ridículo…. O definitivamente pensar que hay gente que no se da cuenta cuando dejar la infancia atrás.
Un día en que se quedó solo después del partido estuve a punto de acercarme a debatir el tema con él pero como estaba con los patines, las muñequeras, las rodilleras y las coderas, me pareció qué en definitiva no era asunto mío.
Mientras él guardaba el balón (obviamente era el dueño), me alejé patinando.

martes, 10 de noviembre de 2009

Los zapatos

Llevo en brazos a mi perra. Mi perra, gitana, ya no parece gitana. La acaba de atropellar un coche y ahora es una masa amorfa de pelo y carne. No es que el coche la haya desfigurado, es que le llevo la vida. Me dejó el envase que ahora llevo en brazos. Los chicos del centro Nariño de Bogotá han convencido al cura del barrio para que nos deje enterrar a la perra en el jardín de la iglesia. Así que hacemos un hueco en la tierra y la enterramos. No sé si hacemos una especie de ceremonia antes de irnos, o nos vamos sin mas pero todos estamos muy tristes. Me sorprende, viéndolo desde el hoy, que el cura nos haya dado permiso para algo así y me pregunto si después habrá desenterrado a gitana para ponerla en otro sitio. En un agujero mejor cavado, más hondo. ¿Un tacho de basura? ¿Habrá respetado nuestra pequeña ceremonia aunque eso le llenara el jardín de un olor horrible?

Pienso en gitana muchos años después frente a un hueco en el suelo al que vamos a prender fuego. Hacemos agujeros en el suelo al lado de la casa para tirar la basura. Estamos en las afueras de Rio de Janeiro y no hay recogida de basura, ni agua corriente. Vamos tirando en el agujero la basura, sin la menor idea de lo que era reciclar, y cuando está muy llena o el olor nos molesta, la prendemos fuego. Solemos usar keroseno pero se ha acabado y agarró gasolina. La explosión me tira para atrás, mas del susto que de otra cosa y pienso en Gitana. En los entierros vikingos, en el cuerpo sin vida de mi perra.

No creo en dios pero los cadáveres no se parecen a los vivos que fueron. ¿Será el alma que se les va? ¿En ese caso tienen alma los animales? He visto algunos muertos, más de los que hubiera querido sin ninguna duda, y siempre me ha costado reconocer en ellos a la persona que fueron, o debieron ser.

Los cuerpos son una especie de envase de la vida y cuando esta los abandona, no son nada. Sólo algo parecido. Había en Rio un servicio de recogida de cadáveres diario. Eran un grupo de gente que iba en un camión y recogían los muertos que dejaba la ciudad durante la noche. Nada de forenses, línea de policía y de no alterar la zona por temor a perder pruebas. Al camión y a buscar el próximo. Un fotógrafo conocido hizo un reportaje sobre este servicio de la ciudad. Una revista publicó una ínfima parte de las fotos y seleccionó las menos impresionantes que, igual, son muy impresionantes. Muchos muertos todos los días y en todas las fotos pasa lo mismo. Ha quedado la cascara de lo que esa gente fue.

En una película decían que cuando alguien muere su cuerpo pierde 21 gramos de peso. Mas allá de que no sé cómo alguien ha podido comprobar eso ¿tienen una balanza al lado para pesarlo inmediatamente? Dicen que ese es el peso del alma y sobre eso tejen una demostración de la existencia del alma y por tanto de dios etc., etc.

Un amigo mío ladrón me decía que cuando iba a robar se ataba bien los zapatos. Los apretaba lo más que podía porque decía que siempre que veía fotos de muertos en enfrentamientos con la policía, los veía sin zapatos. No sé por qué, la idea de que su cuerpo sin vida pudiera salir en alguna revista de hechos policiales sin zapatos, le resultaba insoportable. Cuando le pregunte me dijo que no quería que su mamá lo viera así, que no quería irse dejándole esa imagen. Me reí y le dije que me hacia acordar a los comentarios de mi abuela sobre llevar siempre ropa interior en buen estado por si nos pasaba algo en la calle. Por si nos llevaban a un hospital. Si teníamos que ir al hospital seria por algo grave, así que no creo que nadie le diera la menor importancia al estado de los calzoncillos. “Tu mamá no va mirar si en la foto tenes zapatos o no”. Mi amigo se rió y dijo que sí, pero que iba a seguir atándose bien los zapatos por las dudas. Unos rezan, otros se persignan, yo me ato los zapatos así que no me rompas las bolas. No insistí con mi amigo como no insistía con mi abuela y los calzoncillos.

martes, 27 de octubre de 2009

Si no lo hago yo

En los días de resaca post elecciones europeas se repetia mucho la siguiente idea: “A la derecha no le afectan las denuncias de corrupción” o “ a los votantes de la derecha parece no importarle el tema de la corrupción”

Esto, después de que en la Comunidad de Madrid ganara el PP por muerte pese a ser el centro de los últimos escándalos de corrupción.

Lo mismo se decía del gobierno de Menem después de ganar las elecciones del 95 y conseguir la reelección de uno de los gobiernos mas corruptos que tuvo la republica Argentina.

Los argumentos que utilizaban en Argentina después de la victoria electoral y los que utilizan en el Madrid de Esperanza Aguirre (“gobernadora” de la Comunidad de Madrid y miembro del ala mas derechista, del derechista partido popular) son muy similares. Vienen a decir algo así como que los votos, legitiman lo actuado y que el electorado absuelve. Una cosa un tanto ridícula pero de alguna manera cierta.

Muchos de los votantes del partido popular así como muchos de los votantes de Menem pensaban que las acusaciones eran/ son falsas, que eran políticos limpios, transparentes, victimas de una campaña de mentiras.

Otros votantes saben o suponen que es todo verdad y no les importa. Piensan que todos lo van a hacer y que ya que es inevitable, que mejor roben los que piensan como ellos.

Los peores son los que piensan que si ellos estuvieran ahí harían lo mismo. Son los que en castellano castizo dicen: “lo bien que hacen” o en argentino :”la hizo bien, se la llevó toda”.

Vivimos en un tiempo de cierto relativismo. Ahora en España nos quieren convencer de que en la guerra civil ambos bandos eran iguales. Dicen: “Hubo salvajadas y criminales de ambos bandos” y con eso piensan que quedan equiparados fascistas y republicanos. Como si los excesos propios del descontrol que hubo cuando la republica disolvió el ejercito y armó las milicias, fuera equiparable con la enorme y aceitada maquina represiva de los fascistas. Como si un bando no fuera el legal, el elegido democráticamente y el otro el alzado contra la voluntad popular para imponer una dictadura nacional/ católica. Como si fuera comparable la ejecución de inocentes en los llamados “paseos” con los 190.000 fusilados del franquismo en la posguerra. Es como decir que los aliados y los países del eje eran iguales. Justificar con La presencia de Stalin la paridad entre nazis y aliados. Ni siquiera crímenes como los bombardeos de Dresde donde murieron 36.000 civiles alemanes, o los lanzamientos de bombas atómicas, crímenes terribles sin duda y cometidos por los aliados democráticos, son equiparables con una política planificada de exterminio y segregación racial.

Volvamos. Este tipo de justificación de la corrupción de arriba me recuerda a una que se dice mucho y que a veces justifica pequeñas corrupciones diarias, cotidianas. Es la frase: “si no lo hago yo lo va a hacer otro”. Algún caradura termina la frase con un “Y sería peor”. Es una frase que implica la creencia de que todos somos un poco corruptos y que todos ante una situación determinada haríamos lo mismo.

Es una frase que me suena a gente que hace cosas que no quiere asumir. Cosas que hace a conciencia, tomando una decisión pero que son difíciles de tragar. Entonces se ven en la necesidad de vestirlas de inevitables para tranquilizar su conciencia. Se escucha ante pequeñas miserias y ante dramas mas grandes. Un oscuro oficial de un campo de exterminio nazi que “sólo” lleva la contabilidad del campo y que cree que no tiene las manos manchadas de sangre. Como si su situación no lo convirtiera en cómplice de la maquinaria de terror, o de la maquinaria de la corrupción del estado. Un funcionario que acepta pequeños sobornos por pequeños favores; una persona que soborna para saltarse ciertas normas burocráticas; un empresario que no pone en blanco a sus trabajadores para no pagar impuestos,

Conocí hace unos años a un grupo de anarquistas libertarios que tenían un ateneo. Tenían, o utilizaban, nombres tan bonitos como Amanecer, Primavera etc. Eran trabajadores que intentaban recuperar la influencia del anarquismo en el movimiento obrero argentino, obviamente sin ningún éxito. Un grupo de gente muy curiosa que irradiaba candor y fe en sus ideas. Me contaron que cuando empezaron a construir la cárcel de Caseros en la ciudad de Buenos Aires trabajaban en una pequeña empresa metalúrgica a la que le llegó un pedido de rejas. Los obreros se reunieron en asamblea y decidieron que no construirían rejas para un gobierno represor y asesino como el de Isabelita Perón. Significó perderse un montón de trabajo, un montón de dinero pero aun así eligieron no hacerlo. Hubo alguien que las hizo pero no fueron ellos, no llevan esa mancha.

En 1921 en la provincia de Santa Cruz el ejercito argentino asesinó a cientos de obreros rurales que se habían alzado contra la explotación de los grandes terratenientes agrupados en la sociedad rural (esos de las cacerolas contra el gobierno actual). Eso esta contado maravillosamente en un libro llamado “La patagonía Rebelde” del gran Osvaldo Bayer. Cuando terminó la matanza los oficiales dejaron que la tropa se tomara un descanso y fuera a un prostíbulo de la zona. Las prostitutas se negaron a dar servicios a los asesinos de los trabajadores. Dijeron que no. Les pegaron, las encarcelaron pero no atendieron a la tropa.

En el “Martín Fierro” , la obra fundacional de la literatura argentina, hay un caso de alguien que también dijo no. Martín Fierro es un gaucho perseguido por el ejercito por no querer servir en un cuartel de la frontera. El gobierno de entonces necesitaba soldados y sacó una ley por la cual todo gaucho que no tuviera tierras y trabajo permanente era llevado a la rastra hacía los cuarteles a pelear con los aborígenes. Los gauchos pobres eran temporeros así se convirtieron en carne de cañón y mataron indios para los dueños del país. Fierro se escapa a la primera oportunidad y comienza a vivir la vida del perseguido. En un campo solitario se ve rodeado por una partida o grupo de soldados, saca su cuchillo y comienza a defenderse. En medio de la batahola se escucha el grito de uno de los soldados: “Cruz no conciente / que se mate así a un valiente” y cambia de bando. Entre los dos terminan con la patrulla y comienzan a huir juntos.

El mismo Bayer en un artículo se pregunta cómo puede ser que con lo que pasó en Argentina durante la dictadura no hubiera habido ningún sargento Cruz.

Nadie que dijera que no. Si no lo hago yo, a lo mejor no lo hace nadie

miércoles, 1 de julio de 2009

De madres y esposas

Mi madre piensa que soy un gobernado; la madre de mi primo piensa lo mismo de su hijo; la madre de mi mejor amigo igual. Mi mujer piensa que mi madre me maneja a su antojo; la mujer de mi primo lo propio de su esposo, la mujer de mi amigo lo dice abiertamente… yo no sé si podemos decir que esto es un mínimo común múltiplo, mínimo común divisor (siempre me gustaron esas expresiones matemáticas) o solo un mínimo común a secas.
Al final los maridos, que también somos hijos, estamos en el medio de un sándwich formado por las dos mujeres más importantes de nuestra vida: la madre de uno y la madre de nuestros hijos. Ellas nos envuelven en una sorda lucha de poder para ver quien ejerce más influencia.
La madre cuenta con la ventaja de que nuestro amor por ella es incondicional y eterno pero también con la desventaja de que eso va en los dos sentidos. Sabemos que nos va a querer siempre.
Lo más raro es que estoy casi seguro de que esa situación que vivimos mi amigo, mi primo y yo se repetirá con nuestras mujeres cuando nuestros hijos varones sean mayores y tengan novias o esposas. Cuando llegue el momento, me voy a reír mucho de mi mujer. Si saco el tema se enoja y jura que ella no será así, que nunca en la vida se convertirá en suegra. Como se enoja mucho, y debo confesar que no soy un hombre valiente, dejo el tema en seguida.
Recuerdo cuando mi madre decía lo mismo de mi abuela, a la sazón su suegra. Yo nunca seré así, quiero que seáis buenos maridos, nunca seré una suegra típica…. Y ahí la tenemos… así que si lo hace mi madre (la mejor mujer del mundo) que no hará mi mujer con sus hijos varones.
Mi tía y mi madre son mujeres de su época. Fueron feministas rabiosas en los 70 y ahora los siguen siendo pero mas moderadamente. Pelearon con sus maridos, que eran machistas y estaban acostumbrados, por la que ahora era su suegra (la abuela), a que les hicieran todo. Obligaron a los vagos de nuestros padres a moverse un poco y a, por lo menos, simular que se ocupaban algo de la casa. Recuerdo a mi padre fingiendo que hacia una cama, o haciendo como que limpiaba la cocina. En ese aspecto hay que reconocer que ambas fueron cruelmente derrotadas por la educación machista y la vagancia de nuestros progenitores. Si mi padre se quedaba cuidando a uno de mis primos cuando era bebe y el niño se cagaba, me hacia subir del patio para que le cambiara los pañales. No eran esos pañales descartables que se utilizan ahora. Eran los de tela, así que cambiar a un bebe era un poco rollo y mi padre pasaba. Que mi primo cagara a los 6 meses como un adulto que se hubiera tragado una ballena podrida no es una excusa para que tuviera que subir yo a cambiarle los pañales.
Porque claro, el feminismo de mi madre, además de luchar para que mi viejo se levantara del sofá y la ayudara, consistía en educar niños no machistas. Éramos todos varones así que mi madre planeo que su pequeña revolución feminista empezara por casa. De pequeños nos enseñó a limpiar, fregar, planchar, cuidar niños etc. Sobre todo nos enseñó que no había trabajos sólo para chicas o sólo para chicos. Nosotros ayudábamos con la mesa, la comida, la compra etc.
Ustedes, sobre todo las lectoras, pensaran que eso esta muy bien. Estoy de acuerdo, mi madre hizo lo que debía pues las que transmiten el machismo son, básicamente, las mujeres. La discusión no es si los hombres somos machistas o no, el dilema es: por qué hay mujeres que educan a sus hijos para que sean machistas. Los hombres lo tenemos fácil, lo único que tenemos que hacer es dejar que nos hagan todo. No es un papel muy difícil y se puede desempeñar por convencimiento o por comodidad. Hasta la educación igualitaria de mi madre se tambalearía si hubiera elegido como esposa una mujer machista que se encargara de la casa, los niños etc. No se me ocurre nada más tentador que llegar a casa sentarme en el sillón y que me atiendan… hay que tener mucha fuerza de voluntad para luchar contra los beneficios que uno obtiene sin esfuerzo. Solo por tener pito. O eliges una mujer que no te de esa opción en absoluto, o terminas más o menos acomodado con su machismo. Es como renunciar a una religión que te tiene por dios, no se me ocurre cómo podría nadie hacerlo.
Lo curioso es que después de machacarnos toda la infancia hasta que nuestra respuesta fuera automática. Me veo como el protagonista de karate kid, sólo que en vez del “dar cera, pulir cera era”: levantar la mesa, lavar los platos…hasta que nos doliera quedarnos sentados disfrutando de la sobremesa si las mujeres se levantaban. Era aprovechar cualquier oportunidad para soltarnos el rollo de la igualdad y los derechos de la mujer. Era perseguir cualquier fisura en nuestro igualitarismo para sutilmente dejarla en evidencia. Vamos, que nos concienciaban todo lo que podían. No quiero que se imaginen a mi madre con traje Mao soltando parrafadas revolucionarios cada dos por tres pero… algo así.
En las reuniones de mi familia política ampliada (primas políticas, tías políticas abuelas políticas etc.) el único varón que se levanta y ayuda con la mesa cuando terminamos de comer soy yo. Alguna vez he descubierto a mi mujer, que se queda sentada, sacando pecho, con una leve sonrisa lateral mirando a alguien como diciendo: mirá que educado lo tengo. Cuando hago lo mismo en la casa de mis primas, ellas dividen sus miradas de odio (mirá como lo explota la guacha) a mi señora y de pena vergonzante (después de todo debería poner firme a mi mujer) y lastima hacia mí.
Ahora que es suegra, a mi madre ya no le hace tanta gracia que sea un hombre igualitario. Ya no le parece tan bien que su hijo haga las cosas de la casa. Dice que no hago la mitad, que si fuera así, ella no le parecería mal, que hago todo y que eso no es justo. Mas allá de que mi madre pueda tener algo de razón y sea un poco explotado en casa por la de la sonrisa lateral, no creo que sea una cuestión de porcentaje. A mi madre le gustaría aunque hiciera menos de la mitad. Más bien parece que le molestara que no me haya convertido en la clase de hombre contra el que ella combatió con tanto ahínco.
Después nadie entiende por qué los hombres estamos tan desorientados con los nuevos papeles que asume la mujer en nuestra sociedad. Si nos educa una mujer machista, llegamos a casa y nos encontramos con que la nuestra no lo es tanto. Tenemos que luchar a brazo partido para mantener alguno de los privilegios a los que nos tenía acostumbrados nuestra madre. Si nos educó una mujer feminista y hacemos de todo, nuestra progenitora nos pone caras…
Un amigo me invitó a un grupo de autoayuda para hombres. Se reunían cada quince días para hablar sobre el nuevo papel del hombre en esta sociedad. La sexualidad masculina ante los nuevos desafíos, creo que se llamaba. En esos días había visto que una asociación de hombres igualitarios del sur de España hacía manifestaciones en la calle, por ejemplo, se juntaban en la peatonal de la ciudad de Sevilla y se ponían a planchar para hablar a favor de la igualdad de género. Me pareció interesante así que le pedí a mi amigo que me avisara de la próxima reunión.
Me sorprendió que la reunión no fuera en un bar y en noche de partido pero cuando llegue a la casa y vi que no había ni cerveza, ni ruido y que nos sentábamos todos con una luz tenue a hablar de nuestros rollos, casi me desmayo. Cuando dijeron: ahora nos sacamos todos la camisa y nos damos masajes unos a otros, me levanté y me fui. Como dicen en España: mariconadas las justas….

miércoles, 27 de mayo de 2009

mi mundo

Mi mundo era una calle de tierra que terminaba en unos columpios. Vivía en una casa hermosa con mis padres, hermanos y un perro. La casa tenia un patio trasero misterioso y peligroso. Por esta razón nunca jugábamos en el. El delantero estaba flanqueado por unos muros muy altos que de vez en cuando escalábamos para ver a las vecinas. Lo mejor era la cocina. En ella los muebles estaban pegados a la pared y subían y bajaban según la voluntad de mi madre.

El final de la calle eran unos columpios en un campo de ripios. El parque de los columpios tenia, en un lateral, un zanjón enorme, lleno de agua estancada. Mi hermano mayor se había caído en el una vez y por eso mi madre nos aconsejaba siempre que nos mantuviéramos alejados del zanjón. Para mi, era un sitio terrorífico así que por nada del mundo me acercaba. La niña mas grande de la calle nos enseñó a columpiarnos y si había otros niños cuando llegábamos les tiraba piedras hasta que se iban.

No recuerdo que mi calle tuviera esquinas, ni que fuera a ninguna parte. Mi mundo empezaba y terminaba en ella.

Después nos mudamos a una esquina. La calle ya era asfaltada y el patio trasero se podía utilizar. Tenia puesta una estructura de caños metálicos que nos permitían jugar al Zorro, o a Robin Hood, según lo que acabáramos de ver en la tele. A unos diez metros de la puerta de mi casa había un almacén. La dueña amaba a mi hermano pequeño así que el enano aparecía de vez en cuando con una golosina regalada, que comía con deleite. Hasta ese almacén iba solo. Compraba pan, coca cola o algo que a mi mamá se le hubiera olvidado comprar donde fuera que hacía la compra. Entre las veredas y la calle, había siempre un pequeño río de agua verde. Una chica mas grande que nosotros se enjuagaba los pies en esa agua. A mi me daba un asco espantoso pero no dejaba de admirar a la niña que no tenia temor a contagiarse nada. La chica iba descalza y se burlaba de nosotros y de nuestro asco.

En esa esquina siempre era verano.

Por ahí pasaba el carnaval. Mi madre nos disfrazó de indios que es el disfraz mas fácil del mundo: un pantalón corto, una vincha y pintura en panza y cara. Pasó la murga y me enamore del baile. El vecino que venia con ellos se convirtió de repente en mi ídolo. No se ni de donde venia, ni adonde iba la murga. Solo la vi pasar.

Mi mundo ya incluía una escuela aunque no el camino desde mi casa hasta ella. Allí hice mis primeros palotes que era la mejor forma de aprender a escribir. La señorita llego el primer día y preguntó quien sabía leer. Un chico se paró, cogió el libro de lectura y pasó al frente. Este chico hizo una lectura detallada de lo que se mostraba en el dibujito de la primera hoja del libro. Creo que lo descubrieron porque añadió demasiados detalles, sin eso, no se si la maestra se hubiera dado cuenta de que en realidad no sabia leer. A mi, pese a que la seño dijo que estaba mal decir que sabíamos leer si no sabíamos, me pareció ingenioso el intento. Nos hicimos amigos.

Luego nos fuimos a una casa a mitad de cuadra. El mundo no paraba de crecer, llegaba hasta 3 calles mas allá, donde estaba el supermercado y la casa de mi tía, que estaba en frente. En realidad era tía de mi madre pero como le decían tía … yo también la llamaba así. Ibamos seguido a su casa e incluso empecé a estudiar ingles con mi prima , o la prima de mi madre supongo. De esa época se que “pelota” en ingles se dice ball. Fue lo único que aprendí pero lo recuerdo hasta hoy. Así que podemos decir que la prima era una gran profesora.

Para ir al súper teníamos que cruzar dos calles así que no solíamos ir solos pero soy conciente del camino. El mundo, de todas formas, crecía solo hacia ese lado. Por el otro, solo llegaba a la esquina. En una de esas esquinas vivía un amiguito que tenia un padre mecánico. El padre tenia estacionado en la puerta de su casa, un coche viejo, como de película de gangster. Nos colábamos dentro y jugábamos a conducir. Frente a la casa del mecánico empezaba una especie de selva impenetrable. Jamás íbamos ahí y la selva no se extendía hacia ningún lado que yo recuerde. Era solo una esquina. A la derecha de mi casa teníamos una vecina muy simpática que nos cuidaba de vez en cuando. En su casa vi por primera vez como se pelaba un cerdo, mas bien un lechón o cochinillo, para la cena de navidad. Un poco mas allá, pero en la misma calle, había un bodega de vino. La robaron mientras vivíamos ahí y fue la comidilla del barrio durante un tiempo.

Mi casa no era tan linda como la primera pero por lo menos se podía recorrer entera, incluso el patio trasero. En este había una parra que nos daba sombra y uvas en verano. Aun hoy estar bajo una parra me parece una definición de la felicidad. Teníamos una segunda planta que en realidad consistía en una habitación en medio de la terraza. La vi alguna vez pero como era un trastero no subíamos demasiado.

El patio delantero servia de cancha de fútbol, bosque de Sherwood y de piscina en verano (las heroicas Pelopincho). Salvo el rincón de la tarántula, que era muy peligroso, el patio era muy bonito.

La vecina de al lado, no la simpática sino la del otro lado, tenia un limonero que invadía el espacio aéreo de nuestro patio. A mi abuela eso le parecía mal por alguna razón y cuando hacia milanesas nos enviaba a robarle limones. Era estupendo porque la abuela hacia las milanesas, ponía la fuente llena en medio de la mesa y antes de que empezáramos a comer nos mandaba corriendo a por limones. El mundo tenia una laguna entre del limonero y la esquina del mecánico.

El mundo siguió creciendo. Ahora se le sumaba el camino a la escuela. Una avenida larga que primero pasaba por un orfanato y continuaba con un manicomio. Una caminata de lo mas estimulante. Los huérfanos vestían unos guardapolvos grises y solo se los veía cuando se interrumpía el enorme muro gris al llegar a la entrada del hospicio. Creo que lo que daba más miedo era el muro, que continuaba sin solución de continuidad durante todo el manicomio. A los locos no se los veía pero creo haberlos oído proferir gritos amenazantes y horribles.

En el colegio me iba bien, la profesora me amaba. Aprendí a leer muy pronto así que la señorita no me molestaba y todo lo que hacia le parecía bien. En esa escuela aprendí la importancia del color de piel. El mío, blanquito, el bueno pues me granjeaba simpatías sin que yo lo supiera. Seguía el color “café con leche” y luego el negro. vi por primera vez a un negro en ese colegio. Los demás le decían caraculo y lo trataban bastante mal. Lo que a mi más me sorprendía era que él lo aceptaba con resignación, como si fuera algo natural. Me explicó que era negro porque había tomado mucho el sol y me mostró las palmas de las manos como prueba. Me convenció porque las palmas eran blancas o casi. No creí que fuera justo que le dijeran caraculo a alguien porque hubiera tomado mucho el sol. Me hice amigo del negro y pase al grupo de los marginados de la clase en el mismo momento.

En el recreo, por un peso, me vendían un sandwich (bocata en español ibérico) de huevo frito. Mi madre se reía de que me gustara tanto esta especialidad pero me daba el peso.

 

Nos mudamos a un cuarto por escalera. En frente vivían unos “estudiantes”  que siempre metían mucho ruido. Al parecer estos “estudiantes” fumaban marihuana y las chicas solían desnudarse sin correr las cortinas, por lo menos eso comentaban mis tíos entre ellos. No creo que mis padres desaprobaran del todo la conducta de estos estudiantes, mas bien parecían divertidos con la extraña forma de vivir de estos vecinos. Nunca me cruce con ningún estudiante, ni fumando marihuana, ni desnudo, ni de ninguna otra forma. Debían tener horarios muy raros. Estaba atento a ello pues me habían explicado que los drogadictos eran peligrosos así que no me descuidaba.

En la esquina había una heladería enorme así que apenas conseguíamos algo de dinero íbamos corriendo a comprarnos uno.

La escuela quedaba mas lejos aun y teníamos que cruzar varias avenidas antes de llegar. Íbamos solos mi hermano mayor y yo. Mis padres discutían porque mi madre nos miraba alejarnos asomada al balcón y mi padre se iba a dormir apenas cruzábamos la puerta de casa.

Teníamos cierta autonomía y que aparecieron parques, calles y lo mas alucinante: una casa abandonada. Íbamos con mi amigo Ulises que era un poco mayor. La casa abandonada era alucinante. Podías romper cosas sin que nadie se quejara. Hacíamos campeonatos de romper cristales de la casa con la mano. Con la mano abierta das un golpe seco y rompes el cristal… También puedes hacerte un corte bastante feo… en ese caso perdías.

Ulises nos ayudo a agrandar bastante nuestro mundo. Como era un chico al que le gustaba pelearse siempre tenia desafíos en lugares lejanos. Teníamos que caminar un rato hasta donde nos esperaba el rival y sus amigos. Creo que nos llevaba por si la cosa se iba de las manos y teníamos que pelearnos todos con los amigos del otro. Nunca pasó, por suerte para Ulises.

También le gustaba apostar, empiezo a pensar si seria una buena influencia para mi hermano y para mi, así que varias veces toco salir del parque corriendo. Jugábamos al fútbol y él tenía mucha fe en el equipo así que apostaba. El problema era que no siempre ganábamos y no siempre tenía dinero. Cuando la cosa iba mal nos juntaba a todos y decía: “ no tengo la plata”… todos poníamos cara de “otra vez” y el inmutable seguía: “así que cuando nos metan el próximo gol, salimos corriendo cada uno para un lado y nos vemos en casa”. Se aprende mucho del mundo que te rodea corriendo por callejuelas para que no te pillen. Hay que reconocer que las veces que los acreedores agarraban a alguno, Ulises volvía y lo arreglaba todo con una buena pelea…..

Después… me mudé mil veces mas. Cambie de amigos, de barrio, de escuela y de país. Lentamente me fui despidiendo de mi infancia, tome dediciones y, como todos fui creciendo.

Han pasado un montón de años desde aquello. Desde que el mundo era tan pequeño que lo podía recorrer ,y de hecho lo hacía, en un rato. Ahora, después de mucho recorrido, de mucho vivido, el mundo es enorme. Mas amplío es el mío, menos grande me parece. Voy corriendo tras un horizonte al que nunca se puede llegar. Ahora mi mundo tiene diferentes países, calles , paisajes, rutas, conocimientos y solo puedo pensar en lo que me falta. Cada vez me parece mas acertada la frase “Sólo se que no se nada” y me parece bien que así sea. Estaba contento con un mundo pequeño, de una calle, pero también estoy contento de que la cosa se complique y pueda pensar en lo que aun no se, o no vi.

Mi hijo dice que no quiere crecer. Quiere ser siempre pequeño y vivir con nosotros toda su vida (creo que hay un montón de tipos de 30 años que piensan lo mismo). Intento explicarle las cosas buenas de crecer pero no se si lo convenzo. Él tiene claras las desventajas de que el mundo se amplíe y yo intento mostrarles las cosas buenas. Somos, en ese momento, dos caras de un proceso inevitable. Le cuento todo lo que va a conocer, todo lo que va a poder hacer, las chicas que se encontrara en el camino… pero él sólo ve lo que va a perder. Cuando no tengo mas argumento le explico que es inevitable.

Vaya a saber si lo mío es convencimiento o resignación pero llego a mis primeros 40 contento de haber llegado y de que mi mundo sea cada vez mas complejo para lo bueno y para lo malo.

Benedetti (un hombre que me ha acompañado buena parte de estos 40 años y que lo seguirá haciendo siempre) tiene un poema hermoso que dice que sigue haciendo todo lo que hizo siempre (correr el autobús, jugar al fútbol etc), que esta bien físicamente y que pese a tener 40 años se siente perfectamente… pero que antes de tener 40 todo eso no era importante.

Estoy contento pero igual, si pudiera conservar mi mundo, me cambiaría por uno de 25 tranquilamente, que uno es sensato pero no loco

martes, 28 de abril de 2009

Por qué lo llamamos fútbol cuando queremos decir sexo?

Cuando tenia unos 13 ó 14 años comencé a ir al estadio Vicente Calderón a ver partidos de liga. Iba con la entrada infantil que valía 100 de las antiguas pesetas.
Con mi amigo Bernardo descubrimos que los clubes de fútbol tenían ese tipo de entradas y decidimos que había llegado la hora de comenzar a visitar estadios. Bernardo es vasco y del athletic de Bilbao así que odiaba al real Madrid, yo por mi parte era del Atlético de Madrid, así que decidimos que iríamos al Calderón a ver los partidos que jugara el Atlético de local.
Fuimos una vez. Lo más interesante que sucedió fue que nos encontramos con el humorista Arévalo y mi amigo le preguntó: ¿Es usted Arévalo? El tío nos miró y nos dijo “si”.
Pese a eso teníamos pensado volver al estadio en 15 días para seguir sufriendo con el “aleti” de Madrid. Pero terminamos yendo al Bernabeu. El estadio del Real Madrid que ambos odiábamos.
¿Qué pasó?
Muy fácil. Bernardo tenía una vecina de 16 años que se llamaba Yolanda, Yoli para los amigos, y cuando nos cruzamos con ella cambiamos de estadio y casi de equipo. No es que mi amigo tuviera relación con ella. Los padres de este tenían el estanco del barrio y la niña en cuestión escuchó a “Berna” y su madre hablar del partido. No tuvo mejor idea que contarles que ella iba a ver todos los partidos que el Real Madrid jugaba de local; que este club también tenia entrada infantil y que si queríamos podíamos acompañarla.
Berna me llamó, poniendo voz de “soy un grande”, para contarme lo que había sucedido. Sopesamos ir nosotros solos al Calderón, o con una tía que era mayor y estaba buenísima, a nuestros febriles ojos, al Bernabeu. Después de reflexionar durante una milésima de segundo decidimos ir al Bernabeu todas las veces que hiciera falta. Ya solo hablar con una chica… y mayor …y guapa… estábamos más que satisfechos. Terminamos la conversación telefónica entusiasmadísimos y con la sensación de que estábamos triunfando de una manera increíble.
Yoli era rubia, flaca, alta y con formas, o así la recuerdo al menos. Tenia un parecido con la Verónica Forqué de principios de los 80. Que en ese momento era algo así como un mito erótico nacional en pleno ascenso. No había serie de televisión en donde no apareciera haciendo de guapa, o se despelotara (el destape apenas había pasado).
La primera vez que la vi. estaba llegando tarde al punto de reunión (la casa de ella) desde donde íbamos a ir al estadio. Me miró desde sus 16 años con desden y disgusto por la tardanza. Puso cara de ya están todos los niños que llevo al fútbol y salimos hacia el metro.
En el estadio Yoli era insoportable. Gritaba como una loca con una voz de pito que no le conocía y la mitad de sus comentarios eran propios de una chica. Mas claro: no eran comentarios futbolísticos propiamente dichos. De repente se ponía a gritar ella sola: “juanito a la selección, juanito a la selección” ante la mirada atónita de los que nos rodeaban y nuestras caras de a esta chica no la conozco. Todo lo que el arbitro pitara contra el Real Madrid estaba mal, no importaba si hasta el jugador del Madrid reconocía la falta y pedía perdón al rival. Ella insultaba al rival y al arbitro por igual. No se, no era una espectadora con la que pudieras comentar lo que estaba pasando o hacer una reflexión de cómo había sido el partido…. Ella gritaba y punto. También hacia comentarios a todo volumen sobre lo buenos que estaban algunos de los jugadores. Un bochorno…. Pero no todo era malo. Cada vez que el Madrid hacia un gol, o la cosa pasaba cerca, Yoli nos cogía entre sus brazos y nos estrujaba contra su pecho. No se si ya lo he comentado pero lo repito: Yoli tenia tetas. Fueron las primeras tetas que sentí contra mi pecho y las sentía cada vez que el Madrid hacia un gol así que me pasaba la semana deseando goleadas históricas.
Después del primer partido, llegue a mi casa y le conté mi tío José lo que pasaba. El estaba de visita en Madrid y me pregunto por el partido. Yo le comenté lo mejor de la noche, los abrazos de la yoli. Con su sonrisa de galán, la que lo hacía mi ídolo total, me sugirió que tenia que convencerla de que los saques de esquina son igual de emocionantes que los goles…. Me lo pensé, pero los conocimientos de fútbol de la Yoli me hicieron desistir. Ella, pese a sus gritos histéricos y sus comentarios fuera de lugar, comprendía la diferencia entre un gol y un corner…
Lo raro y maravilloso de esas tardes de fútbol fue que esta niña se empezó a fijar en mi. Llegue a esta conclusión en base a varios detalles. Primero, noté que los abrazos post-gol venían más para mi lado que para el de Berna. Yoli tendía a colocarse a mi lado en los partidos y eso me beneficiaba bastante a la hora del festejo. Segundo, trajo una amiga. Un chica que creo se llamaba (y espero que aún se llame) Paloma. Era bonita aunque un poco baja y siempre iba con tacos y minifalda. Lo mejor de Paloma, además de la mini, era que parecía aún mayor que la Yoli, por lo que Berna y yo estábamos en la gloria. ¡íbamos por ahí con dos tías buenas y mayores!!!!! Éramos los campeones del mundo. Los más grandes entre los grandes… Recuerdo como si fuera hoy: que subiendo las escaleras del metro, Berna me hizo quedar atrás y cuando las chicas estaban ya bastante lejos, se agachó para verle las bragas a Paloma. Si no lo hice también no fue por bueno. No iba a hacer nada que pudiera estropear esa situación soñada y menos por ver unas bragas. Tercero, se multiplicaron las ocasiones de ir al Bernabeu. Que si entrenamientos, que si conseguir autógrafos etc. La Yoli nos llamaba con cada vez mas frecuencia y nosotros acudíamos prestos
También influyo mi constancia. Iba a todos los partidos, los entrenamientos etc. No importaba que lloviera, nevara, se declarara la guerra nuclear etc. Partido al que ella iba allí iba yo también. La casa de Berna se volvió nuestro lugar de reunión. Siempre estábamos por ese barrio y de vez en cuando nos la cruzábamos. Desgraciadamente esta chica no salía mucho a la calle y, para colmo de males, la liga llegaba a su fin. Era una tragedia porque no tendríamos excusa para salir con estas chicas
Así como había notado que Yoli me miraba con buenos ojos, también notaba que la diferencia de edad era para ella un tema importante. Le gustaba pero no se decidía a dar el primer paso y si quería que pasase algo, lo tendría que dar ella pues yo no tenia ni idea de cómo hacerlo. Yo estaba ahí pero no se me podía pedir mucho más.
Pese a la barrera de la edad, la Yoli se las ingenio para que siguiéramos viéndonos en verano. Conciertos gratis que a ella le interesaban e incluso fuimos a la piscina. Ver en bañador (malla en argentino básico) a estas dos chicas era algo serio. Ahí no había artificios, ni minifaldas, ni nada. El bikini era la verdad desnuda, o casi. Pasaron la prueba con el sobresaliente de sus 16 años. La pasamos bien e hicimos lo que había que hacer en estos casos, fue de manual. Me pase el día haciéndole ahogadillas y ella fingiendo resistirse. Poniendo caras de “ qué atrevido este chico” cada vez que se producía un tocamiento sin intención. No quiero ni pensar en la cara que tendría yo.
Pero la Yoli no se decidía a guiarme por esos caminos nuevos para mi y cometió su primer y único error: Me presentó a su hermana. Si Yoli era recatada y casi no salía de su casa, su hermana era todo lo contrario. Tenia fama en el barrio de ser una chica rápida y decidida y además, era mucho mas guapa que ella. Era de mi edad pero jamás en la vida me habría mirado si la Yoli no la hubiera llevado a uno de esos conciertos a los que nos hacia ir.
La hermana llevo una amiga así que éramos 6. Mal numero para una salida de estas. Lo primero que dijo la niña en cuestión fue: “con razón mi hermana va tanto al fútbol” mirándome con cara de fem fatal. Me puse rojo por fuera y grande por dentro al ver confirmadas mis sospechas.
Carmen, la hermana, comenzó a desplegar sus armas de seducción frente a las que dure 3 minutos como muchísimo. Pasado este lapso, la Yoli y Paloma, incluso Berna, pasaron a formar parte de una nebulosa que estaba cerca pero a la que no podía ver. Recuerdo a Yoli haciéndome algún reproche en forma de broma porque le hacia caso a su hermana pero poco más. Se que termine en un parque con Carmen tirada encima y enseñándome a besar y pensando en lo afortunado que era pues la Yoli estaba muerta conmigo y encima la hermana también parecía interesada pero….
Obviamente habrán adivinado que la Yoli jamás en la vida volvió a dirigirme la palabra. La hermana pasó de mi apenas se dio cuenta que su hermana ya no estaba interesada. A Paloma no la volvimos a ver por el barrio nunca más.
Cuando volvía para Argentina decidí pasarme por su casa a despedirme. Le había tomado cariño y me daban ganas de decirle adiós. La madre me preguntó si viajaba en tren y tuve que morderme los labios para no largar la carcajada.
Yoli no disimulo su pena por mi partida y me hizo el honor de guardar su bien fundado enfado y despedirme como antes de que pasara nada. Carmen cuando vio que su hermana volvía a considerarme un ser humano, comenzó otra vez con sus caritas y sus poses. Esta vez no me deje atrapar, había ido a despedirme de una amiga, de un sueño y no tenia tiempo para otra cosa.
Me fui y volví muchísimos años después. Nunca mas la vi, no se que habrá sido de ella pero siempre le estaré agradecido, por esas tardes de fútbol, por esos goles, por presentarme a su hermana (los primeros besos son los primeros besos aunque sean producto de un error de calculo) y porque gracias a ella, por seguirla como un perrito faldero por toda una liga, pude ver por única vez en la vida, en vivo y en directo al gran Diego Armando Maradona.
Gracias Yoli

martes, 31 de marzo de 2009

Nosotros los primates

Un amigo, que estudió unos años de biología, tiene una teoría muy interesante sobre los hombres. No sobre la humanidad, sino sobre la parte de la humanidad masculina. No sé cuanto de ciencia tiene, pero como este chico es lo más parecido a un científico que he conocido nunca, me parece posible.
Este amigo dice que el sector masculino de la población mantiene ciertas pautas, que si se miran de cerca, se detectara nuestro pasado evolutivo.
Es bastante cómico ir con él y sus amigos biólogos, los que se recibieron, a cualquier sitio. Todos parecen compartir su teoría. Si vamos a un bar y los hombres vamos a buscar las bebidas a la barra, alguien dice: “los machos traen el alimento a sus mujeres” Así todo el día. De manera que terminas la jornada sintiéndote un mono.
Como verán me tienen completamente convencido.
Uno de los ejemplos que me dio este amigo es que en las familias, en el momento que los niños crecen y se convierten en adolescentes suele haber conflicto entre los hijos varones y el padre, más allá de los temas sicológicos que, como argentinos, nunca descartamos.
Este período es en que desvalorizas a tu padre y piensas que tú jamás vas a ser como él; que es bastante fácil superarlo en casi todo y que, básicamente no sabe nada de nada. Solo para después de unos años darte cuenta que ser padre es bastante complicado y que uno hace lo que puede, lo que le parece adecuado o que, simplemente, improvisa.
Que todas esas decisiones que tomas todos los días con respecto a los hijos te dejan preocupado, preguntándote si cualquier cosa que hayas dicho, hecho o pensado será, más perjudicial que beneficiosa. Si los estas ayudando a vivir o los marcarás para toda la vida.
Poca gente puede hacer tanto daño involuntario a otra persona como los padres. Los hijos escuchan las cosas que decimos y les influyen de una forma que no podemos ni imaginar.
Una vez una madre me comentaba, delante de su hija, que ella prefería los varones. Las niñas no le hacían mucha gracia. Yo la miraba alucinado. Miraba a la madre y miraba a la hija, haciéndole señas con los ojos para que notara que su niña estaba ahí, su única hija… Fue en vano. La mujer interpretó que no la estaba entendiendo así que se explayó, dio detalles, se puso enfática…. La hija no se fue a jugar, no se distrajo, no la miró pero escuchó todo...
Un padre me dijo delante de su hija también, que tener hijos era un coñazo (Coñazo, en castellano ibérico, significa algo malo, plomo. Pesado, aburrido). La hija lo miró con cara de “¿Qué me estas contando?” y el buen señor confirmo: “Te quiero mucho pero tener hijos es un coñazo”. El sicólogo parece que se esta construyendo un chalet gracias a esa frase….
Un día le estaban pintando las uñas de los pies a mi hijo. La hermana se las había pintado y él también había querido. Dije “qué le están haciendo a mi hijo” en tono de enfado. Pensando que le hacia una broma a la amiga que le pintaba las uñas. Al rato el enano desaparece un rato y como cuando no oyes a los niños, sospechas… fuimos a ver. El pobre estaba con el pie en el bidet intentando limpiarse las uñas de los pies solito. Intenté explicarle que no me importaba, que era una broma, que le quedaban muy bien las uñas pintadas, incluso hice que me las pintaran a mi pero nada. No hubo forma. El niño escuchó lo primero que yo le dije y se quedó con eso. Hubo que despintarlo y me quede con las uñas pintadas un par de días hasta que mi mujer me levanto el castigo.

Volviendo a los primates. En la adolescencia, según mi amigo, es el momento en que también se cuestiona al macho dominante de la manada. El macho viejo y experimentado ve como otro macho joven, fuerte y alocado intenta imponerse y se produce el inevitable choque. En los primates el tema se resuelve con una buena pelea en la que el perdedor se tiene que ir. En nuestro caso el tema pasa más por una tirantez permanente hasta que el macho joven comprende su lugar y se termina por ir en unos años.
Ahora que los chicos, en España más a menudo pero también en Argentina, se van de su casa a los 30 y pocos, debería consultarle a mi amigo por su teoría.
Habría que diferenciar los que no se van porque no pueden de los que se quedan por elección. Los que no se van hasta tener su casa comprada, con su televisor de plasma, su coche nuevo etc. Esos jóvenes que se quedan por comodidad en casa, que tienen 30 y su mamá aun les hace el desayuno, han perdido su lado más salvaje y rebelde. Nadie te hace el desayuno todos los días de tu vida sin que tengas que pagar por eso de alguna forma. Es un panorama que asusta ¿no? Si la juventud no es un poco primate estamos jodidos.
El mate. No sé si esto tiene que ver con nuestra evolución o es cultural. Tendré que pedirle a mi amigo que me lo aclare. En la inclusión de los chicos a la ronda del mate hay un tema de iniciación, o aceptación. Cuando tú viejo, vieja, tío etc. te acepta en la ronda del mate, sos adulto. Es la aceptación de que hay otro adulto en la “manada”. Cuando sos chico ves pasar el mate y te morís porque te pasen alguno pero nunca lo hacen. Sentarse a tomar mate, mano a mano con la vieja o el viejo es como la graduación del fin de la vida infantil.
Otro ejemplo, mi favorito, es el de los hombres argentinos y los asados. Mi amigo afirma con una convicción encomiable, que puedes saber quien es, o quisiera ser, el macho dominante del grupo por la persona que esta detrás de las brasas de un asado. En la casa familiar el asado lo hace el padre. Jamás se me ocurriría ponerme a hacer el asado en casa de mi papá si él esta presente. Eso no se discute. El asado lo hace él salvo que este lesionado y no se sienta con fuerzas. Ahí se nota nuestra evolución. En lugar de darle un garrotazo en la cabeza y echarlo de la casa decimos: “sentate viejo que yo hago el asado”. Pero repito solo en caso de extrema debilidad del progenitor.
Cuando el asado es entre amigos la cosa es más complicada. Si miran bien y están atentos, verán que se desarrolla en torno a la parrilla una sorda lucha. No siempre el que comienza el asado es el que lo termina. Hay uno que termina desplazando los demás, uno termina convertido en el dueño de la parrilla. Es el que decide cuando están hechos los chorizos, si hay que abrirlos en mariposa o salen como están…
No hay violencia, normalmente, pero no sé de un asado hecho por dos hombres. Todos van abandonando hasta que, como en la película de los inmortales, solo queda uno.

La mujer argentina sabe que si su marido (llamaremos marido a todo el que convive con su pareja) es de su misma nacionalidad, es la persona que le va a hacer los asados el resto de su vida (o lo que dure la vida juntos) siempre que sean en casa. Es su lugar, su papel. Uno puede resignar el lugar de asador si va a comer a la casa del suegro pero ¿En su casa? Nunca.
Esta mujer comprende que si su marido es malo haciendo asados (cosa rara pues tampoco es tan difícil hacer uno medianamente bien) tendrá que comer asados feos cada vez que su marido organice uno, o hacerse vegetariana. Es la forma más sencilla de identificar a la persona que desempeña el papel de macho de la casa. Solo un hombre más evolucionado y que quiera mucho a su mujer, tanto como para permitir que otro macho ocupe su lugar junto al fuego unas horas, deja que otro haga el asado en su terreno.
Mi padre una vez quemó un asado, fue allá por el 77 y aún lo recuerdo. Pero lo quemó quemó, no tenia remedio ni salvación posible. La carne y el carbón no se diferenciaban… Se sentó en la cabecera de la mesa y sin decir nada, nos miraba con cara de asesino cuando insinuábamos que se le había pasado un poco. No solo era cara de asesino, era cara de sufrimiento también. Para un hombre de nuestros pagos (nuestra patria, en argentino básico) vive como una gran tragedia un incidente así. Fue la única vez que mi padre quemó un asado y fue todo un acontecimiento… que todos disimulamos comiendo carne quemada de la forma más elegante que pudimos. Para no mortificarlo aun más y para evitar que volara algún cachetazo, todo hay que decirlo.

En mi casa hago los asados yo y cuando uno viene e intenta decirme lo que tengo que hacer, siento surgir el primate que hay en mí y me dan ganas de darle con la palita para mover el fuego.
En mi última visita a la argentina hubo 3 asados de la familia en zona neutral (la casa de mi cuñada sin marido, para que se entienda). Los hicimos los tres concuñados, uno cada uno, por riguroso orden.
En el que me toco a mi uno de mis concuñados me puso unos trozos de carne a la parrilla sin consultarme… es el día de hoy que no le hablo.
… una cosa así no se perdona fácilmente como podrán comprender

lunes, 16 de marzo de 2009

Marihuana y otras yerbas

Cuando era adolescente mis amigos empezaron a fumar marihuana. Bueno, mis amigos y yo empezamos a fumar sería lo mas acertado. Algunos fumaban más, otros fumaban menos y algunos sólo fumábamos cuando surgía, por que en soledad no nos tentaba y para una reunión social preferíamos llevar otras cosas.

La marihuana nunca me gustó demasiado. El que no fumara tabaco seguramente influyó pues no le veía mucha gracia a cualquier cosa que se fumara. No le sentía “gusto” y por lo tanto no era algo que me interesara demasiado. Nunca decía que no, si me ofrecían una calada pero nunca lo hice un habito. Siempre me gustó más la ronda y el colocón compartido, la cosa social, que el porro en si.

En realidad creo que ninguna droga me gustaba demasiado en aquel momento. Tomábamos un vino que venia en tetrabrik y que era de las cosas más horribles que he probado en mi vida. Además lo tomábamos sólo, ni siquiera hacíamos calimocho (vino con Coca cola). A lo más que llegábamos, y no demasiadas veces, era al “metal” (vino blanco con Fanta naranja). Tomábamos eso porque, si no me equivoco, aun no eran muy frecuentes los envases plásticos para gaseosas y los envases de vidrio eran retornables.



Escribo esto y me siento mas viejo que matusalén pero no es que yo sea muy viejo si no que el mundo va muy deprisa.

Volvamos. Nos juntábamos en la calle para ir a algún lado y si teníamos que comprar algo para beber y ponernos un poco pedo (la única explicación que encuentro a beber aquel brebaje repugnante) teníamos que barajar varias opciones: si querías una cerveza debías comprar el envase…. descartado. Lo mismo con la gaseosa… descartada. Tampoco se nos ocurrió nunca comprar los vasos que utilizan los adolescentes españoles para los minis. Tampoco creo que hubiera.

Nota para los argentinos. En España los adolescentes se juntan en la calle y beben cerveza, calimocho y cuba libres de ron o whisky en unos vasos de plástico de medio o un litro. Es muy común verlos juntarse llevando bolsas de supermercado llenas de bebidas blancas, gaseosas y vasos de medio litro desechables. Esta medida, el medio litro recibe en España el nombre de Mini. Cuando los chicos se juntan a beber en la calle se llama “botellón” o “ir de botellón” y esta prohibido. Se hace porque es mas barato beber así que en los bares y porque en los bares de copas (eso merece otra nota aparte que haré otro día explicando cómo son) la música esta tan alta que no pueden hablar. Como cualquiera puede suponer si no hay diálogo la posibilidad de ligar esa noche es más difícil. Solo ligarían los guapos, los que entren por los ojos y eso seria una injusticia para los demás; para los que tienen que remar y remar para llevarse el ligue al huerto

Volviendo a nosotros: bebíamos ese vino horrible que no nos gustaba.

La cerveza tampoco es que me volviera loco y solo la tomábamos en verano. Mi adolescencia fue una época de malos vinos más que de otra cosa. Vinos blancos casi siempre por que los tintos de esos precios eran aun peores.

Cuando una parte del grupo se fue hacia las drogas más químicas, léase cocaína, pastillas etc., ya no me interesó. Menos sabor aun que fumadas, las drogas así perdían todo su encanto.

Las pastillas y en general todo lo que tenga químicos me da muchísimo miedo. Nunca las he probado y estoy grande para empezar ahora. Tome una vez medio valium porque no podía dormir y fue un desastre. Me puse tan nervioso por los efectos posibles, según mi febril imaginación, que no dormí nada. Desde ese día descarte las drogas en pastillas tanto legales como ilegales.

La cocaína se hizo popular con la década infame versión dos o también llamada “Menemista”. Funcionarios corruptos y políticos sin principios, sin programa, sin nada más que su cara bonita y su oratoria, hacían gala de una cultura del éxito que me daba un poco de asco. El país se hundía y ellos vivían en una eterna fiesta de pizza, champán, modelos tontas, vedettes y cocaína. Nadie la nombraba pero estaba ahí. El resto miraba. Pero la cocaína fue lo único de la fiesta que se metió en todos lados. Dejo de ser una droga cara y reservada para unos pocos. Paso a ser una invitada más de las fiestas y las reuniones sociales. A mi todavía me da un poco de asco porque cuando la veo me acuerdo de esta gente. La asocio a personas de traje que derrochan el dinero de los demás. Nunca he estado en una fiesta con ese tipo de gente así que nunca los he visto meterse, pero esa imagen me viene a la cabeza cuando algún amigo hace un aparte sospechoso.

He vuelto a fumar alguna vez. Más para poder dormir cuando mi familia no esta en casa que para otra cosa. Si no están, la casa parece que se me cae encima y entonces no me duermo. Me dan la tres de la mañana y estoy viendo alguna tontería en la tele, sin enterarme de nada y esperando el sueño que no llega. Un amigo me dijo ¿Por qué no te fumas un porrito y luego te acuestas a dormir? Lo hice un par de veces y funcionó pero preferí evitar que mi familia se fuera sin mí a ninguna parte y duermo mejor.

Gracias a esta nota no podré ser nunca presidente de Estados Unidos (por esta nota y porque no soy de ahí, ni pienso ir en los próximos años, por lo menos hasta que no cierren Guantanamo, pero bueno...), cada vez que hay unas elecciones le preguntan a los candidatos si han consumido marihuana alguna vez y, en caso afirmativo, esto resulta todo un escándalo. Recuerdo que Clinton dijo que había fumado una vez pero que no había tragado el humo. Es curioso porque todo el mundo incluido, el periodista, y el propio Clinton sabemos que eso no solo es absurdo si no que es mentira. Nadie fuma un porro y no se traga el humo ¿no? ¿Para que lo fuma entonces? Y también podemos suponer que un tipo como Clinton que pasó su juventud en los 60/70 debe haber tragado el humo del cannabis más de una vez. Bush hijo (hijo de… se dirán ustedes) parece que se tomaba hasta el agua de los floreros pero nunca, nunca, nunca lo mezclaba con marihuana y parece que eso le hacia más honorable que el anterior presidente demócrata.

Es raro ese país. Si uno ve las películas y las series de televisión yanqui dan una imagen bastante liberal pero luego parece que en realidad no es así. En España a nadie se le ocurriría preguntarles a los candidatos a presidente si fumaron marihuana o hachís alguna vez. Es algo privado y si bien habría una minoría que lo utilizaría para escandalizar, creo que a mayor parte de la población no le interesaría el tema. Además seria curioso ver a los políticos españoles contestar este tema pues creo que del porrito en su juventud se salvan muy pocos. Yo desconfiaría de un político que dijera que nunca probó nada, que nunca se dejo llevar ni poquito, desconfiaría de alguien que nunca ha sido joven.

martes, 10 de febrero de 2009

Obras recomendadas

Nunca he podido leer integro “Don quijote de la Mancha”. He leído versiones infantiles cuando era niño pero nuca he podido con el original.
No puedo apreciar esta joya de la literatura universal; más bien me aburre horriblemente.
Cuando se cumplió un aniversario importante de la primera publicación del libro, compre y regalé muchos “Quijotes”. Una versión revisada por expertos lingüistas a un precio económico. Lo hice con la convicción de que todo el mundo debe tener un “Quijote” e intentar leerlo alguna vez. Después de regalar varios me compre uno para mí con la intención de, por fin, leerlo. Que una obra literaria a la que todo el mundo le da un valor inmenso, una obra fundamental de toda la literatura universal y de la lengua castellana en particular me aburra… me da una vergüenza!!!
Tengo la sensación de que soy un bruto, un animal o un ciego. Como cuando salieron esos libros del ojo mágico y si los mirabas un rato veías figuras… todo el mundo las veía menos yo. Bueno como eso, pero más grave.
Me pregunto con vergüenza qué es lo que no estoy viendo; qué es lo que no aprecio. Pero cuando me siento y abro el libro no puedo con él. En este ultimo intento por lo menos llegue hasta la parte de los molinos… la verdad es que esperaba más del famoso pasaje del Quijote. ¡Son 5 ó 6 renglones como mucho!!!! Me impresionó que un párrafo pudiera marcar tanto. Un libro de cientos de paginas y lo mas reconocido, lo que sabe todo el mundo, lo que define al personaje en el imaginario colectivo, son unos pocos renglones… El dibujo de Picasso que tiene al quijote y los molinos de viento como imagen mental del libro, no lo puedo entender.
No vi nada especial en ese párrafo. No me impresionó, o conmovió. No es como un cuento cortisimo de Cortazar sobre los periódicos que me pareció una obra de arte de 6 renglones. No como la carga de la brigada ligera de Víctor Hugo en los “Miserables”, que me hizo sentir el ruido de los caballos y de las armaduras de los soldados… no, me dejo frió y pensando ¿Esto es?
Me muero de vergüenza cada vez que cuento esto y siempre me digo: “mañana lo empiezo otra vez y lo termino”. Es lo que pienso mientras escribo estas líneas y es probable que mañana cargue el libraco en la mochila e intente aprovechar los viajes en tren al trabajo para cumplir con esta asignatura pendiente que me persigue.
Lo malo del Quijote es la unanimidad. Todo el mundo esta de acuerdo en su carácter de obra maestra. Nadie lo discute, nadie lo cuestiona. Con otros libros que me han recomendado también me pasa lo mismo pero la vergüenza es menor.
Mi mujer me vuelve loco con “Pedro Páramo” de Juan Rulfo. Lo he empezado 3 veces y me aburrí terriblemente. Es un libro corto pero ni por esas. Se que es una obra maestra porque todo el mundo lo dice pero no es el Quijote, así que lo puedo decir mas tranquilo.
“Platero y yo” es otro que no soporto. Ese me lo leyeron cuando era pequeño a la hora de dormir así que no tuve escapatoria. Me aburro en la primera descripción de Platero (Platero es peludo, redondo y suave o algo así), es más es lo único que recuerdo del libro. No se de que trata o que ocurre en el resto de las páginas que escribió Juan Ramón Jiménez. Se que eso es una herejía, que decir que “platero y yo” no me gusta nada es también vergonzoso pues jamás podré escribir dos líneas a un nivel muchas veces inferior a este señor pero es así… no lo trago y seria mentir decir otra cosa.
También me pasa al revés, no consigo que mi mujer lea “la consagración de la primavera” de Carpenter y a mi me pareció un libro alucinante. Reconozco que es difícil pasar las primeras páginas en las que primero no sabes de que habla y luego te das cuenta que esta describiendo un baile.
También me ha pasado cuando recomendé “La segunda muerte de Ramón Mercader” a mis amigos. Semprun tiene un estilo difícil, pesado, infumable a veces; por repetitivo y cansino pero a mi me atrapa desde el primer instante. Me agradan sus repeticiones, sus intentos de transmitir sensaciones pero reconozco que es muy pesado. Leí “Un largo viaje” y me atrapo para siempre. Este libro narra el viaje de un deportado de la resistencia francesa (el mismo Semprun) hasta un campo de exterminio nazi. Había visto miles de películas en las que aparecían los vagones de ganados atestados de personas que usaban los nazis para transportar a sus prisioneros, pero lo que nunca había hecho era pararme a pensar en cómo seria viajar así. En cuantos de esos prisioneros morían en el trayecto; en la desesperación de ir apretado al punto de no poder moverte, respirar. No digamos ya ir al baño o comer, que tampoco. Semprun me transmitió un poco de lo que era esa sensación y su estilo repetitivo, pesado y muchas veces pedante, no me importo. Al contrario me atrapó. La sensación de que escribe más para él que para mi; que me esta permitiendo ingresar en su intimidad me encanta. Se que no es así que ficciona pero no me importa. ¿Cómo se que ficciona? Pues porque lo cuenta en otro libro…. Pensé mucho en este libro cuando leía las noticias de los talibanes que morían porque eran trasladados en contenedores de una cárcel a otra en Afganistán. En la desesperación de estar horas y horas atrapado con un montón de gente en una especie de lata de sardinas. No me paso como en las películas de la 2ª guerra y los transportes nazis donde simplemente los veía. Semprun me marcó con ese libro.
Otro que escribe parecido es Andrés Rivera, un escritor argentino al que últimamente le ha dado por revisar personajes de la historia Argentina y hacer libros de ellos en primera persona. Son libros tan cortitos como pesados… pero me encantan. Han despertado en mí el deseo de conocer más a esos personajes. Incluso cuando ha elegido personajes del bando que menos me gusta de la historia de mi país.
Un primo mió me dijo que por escribir como Borges se cortaría el brazo derecho. Yo le conteste que para escribir como ese señor tenia que cortarse los dos y algo mas, por lo que le aconsejaba que viviera con la sana envidia de saber que nunca escribirá como ese ciego insoportable y genial.
Un tema que abría que tener en cuenta para valorar lo que leemos es la impresión. Hay libros con la letra tan pequeña, que parecen hechos a propósito para que no los lea nadie. Muchas veces al abrir un ejemplar de un autor que no conoces, o que no te han recomendado; esas veces en las que abres cualquier libro porque algo te llamó la atención y no sabes muy bien que fue… encuentras una letrita tan chiquita que mas parece un mensaje cifrado de un espía que algo destinado al disfrute.
Entonces tienes que decidir si vas a hacer el sacrificio o si nunca leerás esa obra que tienes entre las manos. Suele pasar que al lado tienes un libro mejor impreso y ya de ver esas letras grandes y redonditas, dan ganas de leerlas. Los libros mensaje-cifrado sobreviven porque suelen ser grandes obras en ediciones baratas y estas tienen sus fans con buena vista. Pero es sólo una teoría pues las novelas baratas también suelen estar impresas así y tienen su éxito.
En Uruguay la dictadura militar encerró en las cárceles a casi todo el mundo. Todo opositor y luchador iba derechito al penal más cercano. La política fue: “como no podemos matarlos a todos, intentaremos volverlos locos mientras esten detenidos”. El trato era inhumano y los golpes eran moneda frecuente. Algunos presos tuvieron prohibido hablar entre ellos y con los guardias. Estos se comunicaban muy claramente con los presos con una porra de goma que se explicaba sola. Un escritor y militante político descubrió que un guardia joven lo miraba raro. No sabia si con admiración, con asombro o con odio. Fuere lo que fuere el no iba a preguntar, no iba a alentar un largo monologo de porra de goma. El guardia lo estudio durante un tiempo. Hasta que coincidió que le toco llevarlo hasta su celda y cuando estuvieron solos, se animo a decirle lo que se había tragado tantos días delante de sus superiores.
- ¿Usted es escritor?
- Si dijo el preso
- ¿Y le puedo hacer una pregunta?
- Si claro-
- ¿Cómo hace para que en los libros la letra le salga toda igual?
No se si el prisionero se río en ese momento pero seguro que cuando estuvo solo si lo hizo, y también debe haber sentido lastima por su carcelero, lastima por las personas que no pueden compartir el conocimiento y la fantasia que ha ido sembrando la humanidad a lo largo de su historia. Que haya analfabetos es un crimen horrible.
No aspiro a escribir como Borges, ni muchísimo menos. Para mi es admirable que alguien pueda escribir un libro sea excelente, bueno, malo, o regular. Desde ya cuentan con mi más sana envidia y mi admiración por haberlo hecho.
Que si no me gusta a mi o a unos cuantos; también encontraran lectores bien dispuestos y que se alegren de leerlos.
Es mucho mas fácil y menos valiente, criticar que crear.

miércoles, 7 de enero de 2009

adolescencia divino tesoro

Los adolescentes me gustan. No, no como usted esta pensando, no como para llamar a la policía así que deje ese teléfono. Por desgracia o por fortuna las adolescentes me parecen muy pequeños, muy niños. Lejos de motivarme las de 18 años me dan un poco de risa. Estoy fatal como podrán ver.
No, me gustan como seres curiosos que son. Escucho sus conversaciones en el transporte público o en la calle (los adolescentes en España, vaya uno a saber por qué, hablan a los gritos. Sobre todo si hablan por el móvil) y me entretienen mucho. Será porque es un territorio que conozco, que ya se, y me gusta descubrir sus trucos, sus estratagemas. Ellos piensan que son los primeros en utilizarlas y en descubrirlas.
En eso son como los bebes que miran todo por primera vez y se asombran todo el tiempo.
Los adolescentes te cuentan cosas como si tu las ignoraras y se sorprenden cuando les dices que ya las conocías; que escuchabas a Rosendo muchísimo antes de que él viera la luz del día. Eso no los desanima así que te explican como es su música y donde toco antes, como se llamaba su grupo etc. Y se te quedan mirando tan anchos… como si nada hubiera existido nunca hasta que ellos lo descubrieron.
Tengo un hermano que en su adolescencia estaba convencido que nadie notaba cuando llegaba a casa un tanto tocado, o que mis padres no se imaginaban que fumaba porros. Una vez le regalamos una crema para manos fabricada en base a canabis y que le dijimos (delante de todos, cosa que demuestra nuestra falta de tacto) que no se la fumara que era para untar en las manos. Nos puso cara de: “me estáis vendiendo tíos, todos se van a dar cuenta”… mientras todos nos moríamos de risa, padres incluidos.
Pero las pequeñas putadas que uno les hace a los hermanos no son el tema.
Cuando más me gustan los adolescentes es cuando voy sentando en el tren pensando en las musarañas. Ver un grupo e intentar identificar los distintos tipos de adolescentes: el líder, el guaperas, el gracioso, la niña hot, las feas amigas de la hot etc. Ver como interactúan unos con otros, como se desenvuelven. Ver a la niña que nunca conseguirá al chico que le gusta, que no tiene ninguna oportunidad pero no cejara hasta que sufra, o no cejara porque sufre. Ver los amores que caminan por los subsuelos de esas relaciones; las relaciones de poder, de amistad, etc. No se si acierto alguna vez, a lo mejor lo que yo creo ver no es lo que esta pasando pero me divierte pensar que si.
Su particular forma de lógica también puede ser molesta y hasta ridícula. Una vez en el tren un niño de 15 años aproximadamente y que era tan musculoso como un fideo y debía pesar mas o menos lo mismo, me quiso pegar. Nos sentamos frente a frente en el tren, me coloqué los cascos para escuchar la radio y me dispuse a viajar tranquilamente. De repente note que el chico me miraba fijamente así que me saque los auriculares y le pregunte sinceramente si necesitaba algo. Me dijo: “no nos mires”, me quede sorprendido pues no los había mirado ni un poco. Se que contradice todo lo que escribí antes pero juro que no los había mirado. Observar a alguien que tienes en frente a menos de 50 cm. puede resultar de lo más incomodo, sean adolescentes o tigres de bengala. así que puse cara de “que me estas diciendo”, volvi a colocarmne el auricular e intente mirar para otro lado el resto del viaje. Pero claro es muy difícil no ver a alguien que casi esta sentado encima de ti y este adolescente (en una actitud muy típica) estaba tirado en el asiento con su novia. Despatarrado, diría mi abuela. así que en algún otro momento cruzamos la mirada y esto le dio mucha rabia, así que me hablo de malos modos. Cuando volví a sacarme el auricular el chico me estaba invitando a pelear… no salía de mi asombro. Le pregunte si en serio quería pelear conmigo mientras la novia (que vería a su amado musculoso y con 20 kilos mas) lo incitaba a pelear. Yo me debatía entre ignóralo y darle una paliza ejemplificadora. Como para que aprenda a no ser tan bravucón. A su vez me veía de afuera y no me gustaba verme pegándole a un niño. Me imaginaba lo que los demás verian... Un tio de 80 kilos y 1,80 cm de altura que le pegaba a un crió un poco mas grueso que una barra de pan. Conclusión lo ignore y fue uno de los viajes mas incómodos de mi vida. Yo intentado que nuestras miradas no se cruzaran y ellos mirándome todo el viaje. Me pareció paradójico que se quejaran de que los mirara y ellos no me sacaran la vista de encima pero bueno… lógica adolescente en estado puro. Lo que mas rabia me daba y que casi le cuesta los dientes al chaval era su cara de triunfo. Se hizo el chulo y le salio bien así que estaba que no cabia en su asiento. La novia lo miraba con admiración muy divertida con la situación y yo me mordía los labios para no bajarle los dientes sin levantarme del asiento… Ahora que paso el tiempo y que la anécdota me da mas risa que rabia debo confesar que me alegro un poco por el chaval. Por la imagen que debe haber conseguido delante de su novia, no todos los días las cosas te salen bien, cuando tienes todas las de perder.
Un tipo de adolescentes que me llama la atención, son las parejas en las que uno mira con deleite al otro y este parece no notarlo. Uno no puede despegar la vista de su ser amado y el otro mira para adelante o parece preocupado por otros asuntos. Como si ese amor que no cabe en el corazón de su compañero y le sale a chorros por la cara no fuera con él.
A veces es él el que mira así a la chica (casi siempre es una chica hot que es un tipo de chica segura de si misma, de sus encantos y que disfruta con ellos. Que sabe que ejerce cierta influencia en el otro sexo y lo aprovecha) y otras veces es ella la que lo mira el con cara de embobada. Para ser justos este tipo de parejas trascienden a la adolescencia pura y dura. Suelen ser más numerosos los casos en que la chica mira con devoción a chico que al revés. En eso las chicas son mas libres para expresarse
A veces la situación es inexplicable para uno que la mira de afuera. No podemos creer que esa niña tan bonita mire con devoción a ese granujiento macarra y que tiene cara de tener menos cerebro que un calamar. Esos con el pelo cortado casi al cero y una especie de flequillo parado que mascan chicle con la boca abierta y sonríen como si se las supieran todas. O al revés, que el chico mire a esa niña teñida de rubio platino que habla con su amiga o por el móvil todo el tiempo. Supongo que tendrá que ver con que tomo partido. Enseguida me gusta más uno que el otro y no los emparejaría de esa forma si pudiera.. pero como no se puede…
El otro día en el tren me paso eso mismo. Una chica miraba a su objeto amado con devoción y este no. No la miraba, no le hablaba y solo contestaba con monosílabos a lo que la otra le decía. Eso no parecerá desanimar a mi parte favorita de esa pareja que sonreía sin parar y se dedicaba a robarle besos cada vez que podía. La pareja era como otros adolescentes que veo todos los días pero eran dos chicas. La mas fea era el objeto idolatrado y la otra… la otra no se si era linda o fea pero el amor le hacia mas agradables los rasgos.
No se ocultaban, no disimulaban, se portaban como cualquier otra pareja de adolescentes, las mismas caras, los mismos personajes, el mismo amor…. Me alegraron el día.